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Mostrando las entradas con la etiqueta Reseñas. Mostrar todas las entradas
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27 feb 2013


Por Javier Payeras

Nuevos personajes aparecieron en la ciudad de Guatemala: el comisario Héctor Mendoza y el  detective José Abel Rosanegra. Ambos impenitentes representantes de la ley, que al margen de la corrección política, agudizan su visión para atacar al crimen desde las mismas entrañas del carcass urbano. Avinagrados y misántropos, los detectives van y vienen por los distintos ambientes de la cultura underground guatemalteca. Un delirante cóctel de personajes y ambientes nocturnos que cruzan la frontera entre el realismo más crudo y el submundo fantástico de la crónica urbana. Cruzando por callejones plagados de casas de crack, perseguidos por perros diabólicos y otras mutaciones de la posguerra, la secuencia de este relato policíaco desarrolla en pocas páginas una entretenida trama de conspiraciones mágicas y escenarios por demás bizarros.

La novela negra es un género escasamente explotado en la literatura latinoamericana -claro, comparándolo contra el montón de edulcoradas telenovelas del realismo mágico y el criollismo que siguen llenando las estanterías de las librerías y los supermercados - aunque en muchos países ha dado a verdaderos libros y autores de culto, como es el caso de Rubem Fonseca, Manuel Vásquez Montalván, Leonardo Padura y Mempo Giardinelli. En países como Estados Unidos, Alemania, Francia o Japón el género policíaco ha tenido una increíble recepción por parte de lectores que encuentran en ellas los mejores diagnósticos de cualquier sociedad convirtiéndolo en el género más apetecido por las grandes casas editoriales que, incluso, se han especializado en publicarlas. Es evidente que nada muestra mejor las entrañas de una sociedad que su cuerpo de policía. Un policía es un personaje que define con exactitud la política, la educación y el desarrollo alcanzado por la cultura que representan. Así la dirección a la que apunta “El Perro en Llamas” de Byron Quiñónez es una ruta que apenas comienza a abrirse paso en la literatura de la región donde, curiosamente, el crimen y la corrupción nos llueve a cántaros.

La fórmula que utiliza Quiñónez para atrapar la atención del lector es una amalgama entre la velocidad hardcore de su prosa muy cuidada, breve y directa, y las imágenes completamente apocalípticas de sus escenarios. Entre conciertos de trash-metal, drogas duras y cielos contaminados, el siniestro hallazgo de un cadáver resulta ser de lo más común. Una narrativa que nos devela un pasillo de bichos criminales que han traspasado la barrera entre el robo y posterior asesinato, para convertirse en homicidas rituales: el sadismo se convierte en el horizonte de posibilidades para las sociedades adoctrinadas por el terrorismo moral impuesto durante siglos de miedo y fanatismo religioso.

Sobre el autor quiero agregar que se trata de uno de los representantes de la generación de novelistas emergentes. Anteriormente publicó 6 cuentos para fumar en Editorial X, ha ejercido la crítica musical, el periodismo alternativo y ha sido miembro de algunas bandas de rock experimental. Su muy fluida erudición pop es envidiable. El Perro en Llamas fue publicado por Editorial Cultura.

29 ene 2013

La Revista Casa de las Iguanas junto con Casa Morada, Fondo de Animal Editores y Cadáver Exquisito ediciones presentan la primera edición del Premio Nacional de Poesía Emergente "Desembarco 2013" que premiará a un poeta de hasta 30 años de edad con la publicación del libro ganador. Iniciativa que busca estimular a jóvenes creadores de nuestro país.
La premiación y presentación del libro tendrá lugar durante los días del encuentro anual de poesía Desembarco Poético (pleamar 2) 


22 ene 2013



Por Gabriela Vargas Aguirre 


¿Cómo reunir a dos autores tan disimiles, pero contemporáneos, bajo un título que contiene términos tan amplios y que encierran diversas concepciones como “libertad” y “espíritu”? 

Escritos en épocas no muy lejanas y en contextos muy diferentes, Antonin Artaud y Paúl Valéry, dos figuras señeras de la poesía contemporánea, dos figuras antagónicas de la cultura francesa, se dan cita en este texto, que en su aparente conflicto, proporciona una visión restauradora en la medida en que vincula lo polarizado y consigue con los extremos una circularidad reflexiva. 

La libertad del espíritu, aparecido en 1939, nos muestra un Valéry que subraya las restricciones de la libertad dentro de lo social y el valor fluctuante de la misma así como la lucha permanente para preservar los valores inmateriales. Luego, ampliando y adentrándose más en la explicación del término al que quiere llegar nos dice: “Entendemos por espíritu la posibilidad de la necesidad y la energía de distinguir y desarrollar las reflexiones y los actos que no son necesarios para el funcionamiento de nuestro organismo o que no tienden a una mejor economía de ese funcionamiento”. Aclarando así que lo que nos diferencia de los animales son esas necesidades y el valor (haciendo distinción entre los valores de orden espiritual y los valores de orden material) de tener otras búsquedas, otros intercambios que no son básicos ni vitales y que debemos satisfacer por medio de actividades “espirituales” (llamando espiritual a todo lo que es ciencia, arte, filosofía, etcétera...), y no sólo enfocarnos en el valor de nuestro problemas de orden práctico. Estos intercambios, tanto en la vida económica como espiritual encontrarán en sí las nociones de producción y consumo tanto en el mercado de lo interior como de lo exterior; y el alcance y las consecuencias que el hombre pueda llegar a tener según el porcentaje de inversión que tenga en una u otra. 

Posteriormente hace un recuento histórico y señala al espíritu como una actividad colectiva añadida a la identidad de la sociedad, siendo la economía de ésta tan vasta como la diferencia de gustos entre los individuos y señalando “el comercio del espíritu” como el primero de los intercambios comerciales y apuntando las zonas de mayor intercambio comercial como las que mayor riqueza espiritual poseen. Vale esta analogía ya que incluso en tiempos actuales, toda actividad artística requiere de un presupuesto para ser realizada, ya sea este monetario o de otra índole que son manejados por grupos de poder que constantemente interactúan y manipulan al consumidor. 

“Al comienzo fue el verbo, fue necesario que el verbo 
 precediera al acto mismo del comercio. Pero el verbo no es 
 otra cosa que uno de los nombres más precisos de lo que he 
 llamado espíritu” 

El rescate de la libertad del espíritu consiste en estar atentos al manejo del capital del espíritu ya que al tener éste, a diferencia de otros capitales un valor difícilmente cuantificable pero de múltiples fluctuaciones, es de fácil contrabando, con una movilidad increíblemente poderosa para las mafias de la información y la cultura. Idea que nos resulta vigente, sobre todo ahora, con el alcance que tienen las redes sociales de fácil intercambio, metiendo en un mismo tren tanto la información del espíritu que mata y disminuye de forma real la cultura y por ende la libertad, como la que la enriquece y contribuye. 

Por otro lado, En plena noche o el bluff surrealista presentada por el año 1925 (época en la cual Artaud ya está en disputas con el movimiento surrealista por múltiples desacuerdos, más que nada por la adhesión de Bretón y otros al Partido Comunista Francés) nos obliga a replantear y defender, urgentemente, la libertad del espíritu frente a la alienación política e ideológica, la libertad de ser sin pertenecer o dar importancia a la terrible relatividad de cualquier acción humana y los límites de la misma. Cabe regresar y explayarnos aquí en la anécdota, pues el haberse comprometido con los límites propios y no los de la colectividad, fue el principal motivo de desprecio del grupo surrealista hacia Artaud, ya que a éste no le interesaba ver un cambio significativo en la estructura de la sociedad, ni ver pasar el poder de manos de la burguesía a las del proletariado. 

“Lo que les pareció por encima condenable y blasfematorio fue que no quisiera comprometerme sino conmigo mismo acerca de la determinación de mis límites, que exigiera ser dejado libre y dueño de mi propia acción”. 

Cualquier revolución, más aún la surrealista (aunque acepta que en el terreno literario sí hay aportes significativos), que él condenaba de ir contra sus principios de libertad al atarse a un partido político y su revolución dentro del marco de la materia, le importaba poco ya que el seguiría hasta el final de sus días dentro de su ostra dolorosa e incomprendida en la que poco importarían las revoluciones del mundo exterior. 

En plena noche o el bluff surrealista es brillante y egoísta al exponer una dura crítica a la tendencia de aquella época tildándola de inerte e inactiva y, aunque en el texto se siente una profunda desilusión por la ruptura de su amistad con el grupo y no niega la genialidad de los miembros, los acusa de forma implacable llamándolos charlatanes y “revolucionarios que no revolucionan nada”. 

En su desánimo nos dice acerca del surrealismo: 

“El surrealismo para mí siempre ha sido una forma de magia, la liberación del inconsciente que tiene por finalidad hacer aflorar la superficie del alma, debe introducir profundas transformaciones en la escala de las apariencias, en el valor de la significación y en el simbolismo de lo creado”. 

El texto se extiende con Artaud definiéndose dentro de la idea de que un verdadero revolucionario pone siempre por encima el mayor bien que podemos obtener que es el de la libertad individual. Sus escrúpulos referentes a toda acción real quedan marcados por el pesimismo que lo arrastra a la lucidez de la desesperación de los sentidos alterados que se traduce en sus obras. 

Para nuestra suerte, existe un punto de encuentro entre ambos que es el saber que la mayor lucha de un “espíritu libre” es contra sus propios límites, porque el trabajo creativo se extiende al infinito sin dejar respiro en su angustiosa necesidad por alcanzar la perfección. 



Por el mes de junio del 2012, la editorial Kodama Cartonera (México) apoyada por el Colectivo Intransigente, y aprovechando el furor global por el supuesto fin de los tiempos, lanzó una convocatoria general para su nueva antología Poesía para el fin del mundo, que siguiendo la línea temática en torno a la paranoia global y sus distintos e hipotéticos fervores tangenciales recibió más de 80 autores latinoamericanos que respondieron a la llamada. 

Es así como para diciembre del 2012 Poesía para el fin del mundo se encontraba ya listo con una tropa de delirios apocalípticos, destellos y obsesiones de 40 autores seleccionados por Estela Mendoza, que con su Intermezzo, divide el libro en dos partes. La primera, Caos en el orden, con una introducción Remix de Pepe Rojo y la segunda, Orden en el caos, que cierra el libro con la Coda: Niños estelares de Mavi Robles Castillo. 

Texto que ha sido puesto on line para descarga gratuita; y que desde el momento de su lanzamiento virtual ha creado gran expectativa en revistas virtuales y redes sociales como lo demuestra la traducción al Portugués realizada por Alessandro Atanes para Revista Pausa de los poemas de: Marcelo Ariel, Hector Loza, Wladimir Zambrano y Estela Mendoza http://revistapausa.blogspot.com.br/2013/01/poesia-para-o-fim-do-mundo-parte-ii.html

El libro, elaborado completamente con materiales reciclados, está realizado por Kodama Cartonera, agrupación que nace en Octubre de 2010 en la ciudad de Tijuana como un proyecto editorial independiente que busca crear y publicar libros de autores nuevos o conocidos en cualquier género literario, así como realizar antologías, recopilaciones o reediciones de obras.

Los kodama son espíritus del bosque en la mitología japonesa. Su nombre puede significar “eco”, “espíritu de árbol”, “bola pequeña” o “pequeño espíritu”. 

21 ene 2013



Sobre el lanzamiento

El jueves 24 de enero, a las 18:00 horas, en el Auditorio Dr. José Ribadeneira S. J. se realizará la presentación del poemario El mismo mar de todas las Habanas, del escritor guayaquileño Marcelo Báez Meza, ganador de la XXXVII edición del Concurso Nacional de Literatura Aurelio Espinosa Pólit (género poesía). El libro será presentado por los poetas Vicente Robalino e Iván Carvajal. 

El jueves 31 de enero, a las 19h00, en el auditorio SUM de la Facultad de Filosofía de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil se presentará el mismo libro. El presentador será el poeta Ernesto Carrión. 

Sobre el Libro

José Lezama Lima, el mayor poeta cubano, aparece como motivo a lo largo de El mismo mar de todas las Habanas, fungiendo como centro de radiación, expandiéndose centrífugamente hacia otras voces y otros ámbitos culturales, por ejemplo, el expediente bíblico o la antigüedad clásica. 

Este poemario, presentado con el seudónimo José Ce Moi, ofrece una palabra poética llena de incitaciones al lector (a quien el hablante lírico considera un elector). Destaca, sobre todo, la destreza y oficio con la materia lingüística. 

Poemario muy redondo, con un ritmo sostenido, que recupera la dimensión transparente de la poesía y la comprensión del poema como una máquina de concisión y precisión. 

INFORMACIÓN SOBRE EL AUTOR 

Marcelo Báez Meza (Santiago de Guayaquil, 1969) es ganador de siete premios nacionales de literatura y del Concurso internacional de cuento breve Jorge Salazar 2010, convocado por la editorial peruana Pilpinta, por su libro Bonsáis

Autor de trece libros: tres poemarios (entre los que destaca Puerto sin rostros), tres novelas (sobresale Catador de arenas), dos libros de cuentos (Lienzos y camafeos es el último) y tres recopilaciones de crónicas de cine. El viajero inmóvil (2008) reúne sus mejores textos en forma de antología personal. 

14 dic 2012



FRONTISPICIO PARA LOS POEMAS DE ERNESTO CARRION*


Me has llamado con tu palabra metálica desde el país de los marfiles muertos. Mi contestación es un bramido fraterno. Sí, también mi edad se acrecienta y gime sobre un metal en llamas y me sobrevuelan aves quemadas.

Pienso en ti y pienso en mí: ¿quién de los dos es el pescador que no existe? Dímelo, por favor. Es ciertamente difícil existir y también es difícil no existir, sin embargo hemos de saber quiénes somos antes de que se levanten los maíces sagrados y comiencen los días en que se celebre la incongruencia de la muerte.

Me dices que vas a trazar un círculo sobre tu cuerpo para saber de qué color es la tristeza. Ha de ser un círculo imposible, un círculo infinitamente perfecto. Busca su fórmula incomprensible, el signo de un signo. Tú puedes hallarla. Busca su dígito. Recuerda que hemos de disolver el color de la tristeza antes de apostar por la existencia o la inexistencia.

Me has dicho también que las cabezas que no tienen dueño siguen hablando de amor. ¿Has escuchado tú su voz estrangulada en los imanes del silencio? Desconozco esa voz, también desconozco el volumen final de las cabezas y, finalmente, desconozco qué pueda ser el amor. Dímelo para que yo mismo pueda advertir –advertir y olvidar– mi consistencia; mi consistencia anterior y posterior a ser, anterior y posterior también a no ser. 

Tu situación es dolorosamente privilegiada, te mueves como si el final guardara tu comienzo. Es decisiva esta inútil sabiduría, pero de ella se deduce el resplandor que llevas en tus manos. Yo permanezco sobrecargado por preguntas inmóviles, a su vez inútiles. 


Procúrame, pues, tus respuestas incandescentes. Quiero ver con los ojos cerrados el gran espacio vacío, es decir, el espacio de la eternidad. Su imposibilidad alberga, te lo tengo dicho, tu final y tu comienzo

Antonio Gamoneda 


* Las palabras en letra cursiva están tomadas de los poemas de Ernesto Carrión

8 dic 2012


ROSA ES EL NOMBRE SECRETO DE MI RAZA




Vamos a dejar esta tierra amarga para siempre. 
Vamos a volver al leve país en que nacimos. 

La obra de Marosa di Giorgio (Uruguay 1932-2004), se presenta como una de las poéticas más vigorosas e inusuales de la literatura escrita en nuestra lengua. Desde su primer libro Poemas hasta el último que publicó en vida La flor de lis, descubrimos un mundo personal, dorado y misterioso como tocado por la nieve, que flota magistralmente sobre la mirada de una niña que habita, la mayor parte del tiempo, en un pasado mágico. 


     La casa, los animales, la familia, el amor y los misterios de las flores y la muerte, transitan estas recámaras llenas de signos colmados por anécdotas cotidianas, impregnando aquel presente de un misticismo delirante. Allí los arcoíris se ocultan en las cajoneras, las vacas reclaman a su dueño por más pasto, fantasmas salen de los naranjos y los ladrones acechan detrás de los arbustos donde se mata a un ángel y bullen hacia el cielo las astromelias. Astromelias o Alstroemerias, el lirio de los Incas, que no es otra cosa que una planta tuberosa llena de rizomas laterales bajo la tierra. 

   La poesía de Marosa es un largo poema y rizoma donde se vinculan lo sagrado con la imaginación, lo amoroso transparentado por todas las flores y donde lo prohibido se desata en cualquier segundo. Todo se ubica aquí y se pertenece a sí mismo (a su hechizo y a sus observaciones) de un modo único, sabio en la belleza de lo intuitivo, así como seductor. 

     El registro que hace Marosa di Giorgio de su entorno rural, dentro de un límite en el que lo narrado se ve penetrado por la fantasía, apresa una poesía trenzada de leyendas conmovedoras, personales, existentes o no. Y allí, en esa mirada de una niña salpicada por la nieve, se relatan las pérdidas primeras, la incursión en el amor, el descubrimiento de la ausencia de los padres, la entrada en la muerte y por último el misterio de dios y de la palabra. 


     Espero que esta antología, fiel a su espíritu, siga mostrando a los lectores las cosas invisibles de siempre que observó esta autora. Cosas que sólo nombra la poesía. 



E.C. 


Santiago de Guayaquil, octubre de 2012

José Manuel Caballero Bonald, ganador del Premio Cervantes 2012, es un poeta, novelista y ensayista español nacido en Jerez de la Frontera, Cádiz, en el año 1926. Estudió Astronomía en Cádiz y más tarde Filosofía y Letras en Sevilla y Madrid. Militante anti-franquista, pertenece al grupo poético de los 50 junto a José Ángel Valente, Claudio Rodríguez, José Agustín Goytisolo y Jaime Gil de Biedma, entre otros.



A continuación dos poemas de su libro Selección Natural

LA LLAVE

Y entonces fue cuando llegamos
a la casa de campo. Atardecía
húmedamente entre los prietos
plantones de piorno y ya se columbraba
la excitante cimera de almiar
desde el recodo de la trocha. Olía 
a acequia y a fogata
y al seminal sopor de los establos.
Era de cal la luz en los ladrillos
rebullía el resol como una sábana
de sofocante vaho.

                            Me acuerdo de la casa
como si fuese un cuerpo echado
sobre mí. A veces le sobraban
habitaciones por arriba y toda
la galería alta me sumía entonces
en un urgente miedo de vivir.

Aquí podrás tener tus cosas,
me dijeron. Y allí llevé los frascos
de botica, la impaciente alquitara,
el infiernillo de latón, los tubos
en su efímera horma
de madera: todos los materiales
con que experimenté mi libertad
de nueve años.

                       Dueño del cuarto,
con la llave amarrada a mi cadena
de hombre, cómo me convencía
de ser más justo entre los ilusorios
oficios del azufre, cuando el sol
de la iracunda siesta
cejaba el trajinar de lo diario.

Mi posesión de tanta vida,
mi heredad de probetas, ¿dónde
se fueron cuando el dieciocho
de julio de aquel año
tuvimos que volver a la ciudad?

Detrás de los cristales escuchaba
los primeros disparos, el temible
golpear de las puertas
del coche celular y, sobre todo,
los pasos de mi madre, resonando
entre las vetas de lo oscuro 
cada vez que un motor
propagaba su furia a los balcones.

Mano sin nadie en los laboratorios
del bolsillo, sin más humo en la piel
que el de mis tercas fórmulas
de pólvora, cómo no haber
recuperado para siempre
la llave aquella con que abrí
el sedimento libre de mi vida.

                                          (1960)


COMO UN NAIPE

Como un naipe, mi mano
está marcada. No soy yo
quien la hace ganar, perder
sus desafíos: ama,
parte el pan, acaricia,
recoge el lienzo de la vanidad
mide el rasante de la muerte,
recibe el precio
de la vida.

               Mas no soy yo
quien la hizo a su imagen,
virtud y crimen juntos
con idénticas armas
en la pugna. Bajo su piel
vuelca el azar
sus oscuros triunfos, juega
mi propio corazón a desbancarme.

                                          (1958)

28 nov 2012


Barcos sobre el agua natal. Antología de poesía hispanoamericana desde el siglo XXI. Un viaje por dos continentes y una misma lengua 


Cuarenta y cinco poetas jóvenes de España e Hispanoamérica integran la obra "Barcos sobre el agua natal: antología de poesía hispanoamericana para el siglo XXI", un libro que conjunta obras poéticas del continente Europeo y Americano. 

Se trata de una antología que integra obra de poetas jóvenes, nacidos entre 1971 y 1983, que, de acuerdo con Rafael Saravia, es capaz de "sostener todas las subjetividades posibles y también todas las maneras de concebir la poesía que hoy se hace en lengua española". 

Este libro, publicado por Ediciones Leteo (León) y editorial Proyecto Literal (Ciudad de México), ofrece una revisión de las poéticas emergentes de dos continentes y una misma lengua. 

La coordinación y selección de este libro de casi cuatrocientas páginas corre a cargo de la escritora, editora y gestora mexicana Jocelyn Pantoja y del español Rafael Saravia. 

La obra se presentará por vez primera el 28 de noviembre a las 19:00 hrs en el café bar "Las Hormigas" de la Casa del Poeta Ramón López Velarde y, posteriormente,en la Feria Internacional del libro en Guadalajara el 30 de noviembre a las 18:00 hrs.

22 nov 2012







Fragmentos de las Presentaciones:

VOLVERÉ Y SERÉ LA MISMA: Marosa di Giorgio publicada por primera vez en el Ecuador 
Por Aleyda Quevedo 

En la historia del arte Marosa di Giorgio (Salto, Uruguay, 1932 – Montevideo, 2004) encarna en un solo ser: personalidad irrepetible y potencia poética y narrativa, originalísimas. 
Fue en el 2001, durante mis días de estancia como poeta invitada al Festival Mundial de Poesía de Medellín, cuando la conocí y tuve el privilegio de conversar, desayunar con ella, pasear y contemplarla, en uno de sus performances naturales: maquillarse. 
Nunca olvidaré esa manera tan suya de vestirse para los recitales de poesía. Ella elevó la lectura de poesía a una gala sagrada. Esa manera tan particular de vestirse y tan suya, como si se tratara de encarnar el personaje de una bruja roja e iluminada por hadas del bosque, y ese trato delicado y sus expresiones cultas, que atraían a todos. Un verdadero enriquecimiento espiritual fue para mí compartir con ella en ese inolvidable festival, hoy por hoy el más importante, grande e influyente del mundo contemporáneo. 
Ella es alguien que vivió sus propios sueños y los puso en versos de un tono raro y que ahora es canónigo. Escribió su propia vida que se hizo poemas y profundizó en su propia obra que fusionó todas las líneas de la narrativa y la poesía. Invocar la INFANCIA es uno de los ejes de su obra, con esos pies delgados de pasar por la vida como un ángel exclusivo, trayendo las palabras del poeta Eduardo Espina, quien fue su amigo personal y es uno de los que más conoce su obra. 
Ahora, para seguir alimentando nuestro animal sagrado, Marosa di Giorgio llega a la mitad del mundo, a sus lectores del Ecuador, bella y sobriamente editada por Fondo de Animal Editores, y es la primera criatura poética impresionante que inaugura la Colección AVE ROC. Bautizada así por los editores de Fondo de Animal, por un verso de Marosa, que ustedes descubrirán en este libro justo y fascinante, que bajo el talento creativo de Isabel Mármol, nos transporta a mirar de frente a una de las aves más originales, raras y cautivantes de la poesía universal: Marosa, esa Marosa inolvidable e imprescindible. 


FONDO DE ANIMAL, UNA LECCIÓN PARA LOS DILETANTES
Por Marcelo Báez Meza 

Fondo de Animal es la primera editorial internacional en Ecuador. Es el proyecto más ambicioso que se ha dado en Ecuador en los últimos 25 años, después de que Oveja Negra publicara con El Conejo una colección escritores ecuatorianos a fines de los años ochenta. 
Fondo de Animal va más allá. Apuesta por publicar a poetas internacionales. La colección Abraxas, como su nombre lo dice, abraza a dos poetas de diferentes nacionalidades y los reúne en tomos breves, con un paginaje que no llega a las cien páginas. Son ediciones funcionales, elegantes y completamente dúctiles. En cada volumen se abrazan dos poetas: uno de vanguardia y otro de retaguardia si somos respetuosos con los términos exactos de la historiografía literaria. En cuanto al contenido no se puede pedir otra cosa. Estamos ante poetas que asumen riesgos. No se trata de experimentos formales como los que acostumbran los poetas locales. Estamos ante discursos sólidos, maduros, que no se basan en juegos pirotécnicos típicos de nuestro medio. Se trata de un sello que busca ofrecer una panorámica de la poesía hispanoamericana. 
El libro de Eduardo Espina y Rodrigo Flores destaca por su cercanía a la prosa poética, por esa atracción hacia el abismo. Forma y fondo juegan en el uruguayo y el mexicano sin ser excluyentes en ambos discursos. El tomo 2 de la colección Abraxas está a cargo del peruano Róger Santiváñez y el chileno Héctor Hernández Montecinos. El peruano simula ser un poeta de corte clásico con una métrica aparentemente tradicional. Esto lo hace más moderno que nunca. El chileno, después de su prólogo de prosa poética sin puntuación, hace que su discurso poético mute en un verso libre de gran poderío con reminiscencias grecolatinas. El tomo 3 de Abraxas contrapone al argentino Mario Arteca y al peruano José Carlos Yrigoyen. El rioplatense hace desfilar una miríada de referencias intertextuales sobre la historia del arte, específicamente sobre las vanguardias. El poeta del incario gusta del verso libre de largo aliento, con una poesía sincopada que parece en todo momento jazz. 


CARTA CIRCUNSTANCIAL A UN AMIGO SIN MERIDIANO EN EL ECUADOR
Por Rodrigo Flores Sánchez 

Como lo quería Rimbaud, tu poesía es fruto de una deliberada desorganización. Justo al releerte, pensé en algo que dice el filósofo italiano Giorgio Agamben, en su extraordinario ensayo Lo que resta de Auschwitz. El archivo y el testimonio: “El gorgóneion, que representa la imposibilidad de la visión, es aquello que no se puede no ver”. Es decir la medusa no es aquello que nos provoca la ceguera, sino lo contrario: al encontrarnos con ella ya no podemos desistir de mirar, de mirarla. Sin embargo, la paradoja consiste en que al no poder dejar de observar estamos impedidos de visión. Y es que en efecto, aunque tal vez me equivoco, la tradición de escritura en que te inscribes apuesta por sustituir el ojo por la pluma, y la visión por la pluma. ¿Recuerdas esa famosa carta de Arthur Rimbaud a su antiguo profesor donde el adolescente francés afirma: “Quiero ser poeta y me estoy esforzando en hacerme Vidente”? En su texto “Los estados del yo ante la experiencia del efecto”, sobre Los diarios sumergidos de Calibán, cuarto libro de tu antología, Eduardo Espina ensaya la siguiente idea, la borradura: “Esta estrategia de inscripción y borramiento simultáneos atenúa la entelequia insinuando hacer su aparición en cualquier momento. Paradójicamente, la inminencia de ese algo se vislumbra mejor cuando está a punto de desaparecer y lo incomprensible de la actividad del pensamiento deviene escritura tras haber quedado incumplida su actividad. La modulación de la voz es la narrativa de un registro performático. ¿Cuándo acaba, cuándo termina?” 
Coincido con estas palabras. A lo largo de estos cinco libros hay síntomas claros de esta situación, de un extravío y una oclusión conseguida a fuerza de una desmesurada apertura verbal. En Monsieur Monstruo, tercer título de esta compilación, dices: “Muchas veces te has preguntado si alguna vez podrás dejar de corregir tu pasado mientras lo vas contando”. Luego más tarde, insistes: “Supe que te amaba cuando perdiste el rostro”. Existe una constante preocupación y una nítida conciencia por la fisura definitiva entre testimonio y escritura, un conocimiento trágico, en consonancia con el ciclo histórico de las vanguardias, de que escribir conlleva a la autodestrucción, y desde luego que no me refiero a la romántica muerte del vate, del rapsoda iluminado, del tiernísimo beatnik, del ingenuo bukowskito, que hoy tanto pulula en las letras latinoamericanas, sino de la devastación del testimonio en favor de su devenir ficción: vida o escritura/ vida y escritura/ vida ≠ escritura. 
Había leído algunos libros contenidos en tu antología por separado, pero ahora lo hago en conjunto y mi conclusión es que, a diferencia de quienes opinan que cada uno es insular, para mí pertenecen a un work in progress que no has concluido y que no puedes ni debes concluir. Si en Fundación de la niebla, prima un testigo, casi siempre en forma de segunda persona, que vislumbra, tras la espesura, “una brutal invitación al infinito”, en Demonia Factory, mi libro preferido, existe una suerte de desdoblamiento, de espejos que conducen a otros espejos, de pasadizos que sólo remiten a la tautología. Ahí, cada texto despliega su propio reflejo y la propia anulación de ese reflejo: “Este espejismo que conversa contigo en esta Isla forjada por esqueletos”. Monsieur monstruo lo leo como un título gemelo, de intensidad parecida, sólo que si en Demonia Factory cada uno de los textos era una pieza de un inextricable laberinto, en este volumen lo es cada frase, cada partícula de sentido: Funes el memorioso en un matrimonio ilegítimo con Pierre Menard, autor de ti mismo. En estos cuatro primeros libros es posible observar una rotación de la figura del testigo: el observador que se mira a sí mismo y, al hacerlo, se anula. Se comienza observando tras la neblina y se termina con la mirada atada al mundo.

20 nov 2012


Nació en 1982 y se llama Javier Alvarado. Poeta panameño que, a pesar de su edad, ha recibido entre los reconocimientos más destacados el Premio Nacional de Poesía Pablo Neruda 2004; Premio Centroamericano de Literatura Rogelio Sinán (poesía, 2011) y una mención especial del reconocido Premio Casa de las Américas (2010). Alvarado ahora se encuentra en Nicaragua y recibirá ni más ni menos que el valioso Premio Internacional Rubén Darío (2011).


Alvarado ahora se encuentra en Nicaragua y recibirá ni más ni menos que el valioso Premio Internacional Rubén Darío. Su poemario ´El mar que me habita´ fue ganador, según criterio de los jurados Helena Ramos, Erick Aguirre y Antonio Preciado, “por su inalterable unidad temática, de sostenido aliento y un adecuado manejo de los recursos expresivos”, algo que el mismo poeta hispanoamericano refiere en la siguiente entrevista:

¿Qué significado tiene para usted el Premio Internacional Rubén Darío?
Este premio para mí tiene un gran significado, el nombre y la figura de Rubén Darío, a nivel de Nuestra América Latina, ha significado mucho para nuestras culturas; es un premio que conocí estando adolescente, leyendo el libro Juana y otros poemas personales, de Roberto Fernández Retamar, y nunca esperé ganarlos, y ahora es algo especial para mí.

Durante este tiempo que ha estado en Nicaragua, ¿cómo se ha sentido?
Me he sentido, de verdad, con un calor de un pueblo hermano, de un pueblo amigo, ya esta es mi quinta vez que vengo a Nicaragua; ya había estado durante el Festival Internacional de Poesía en Granada, y me he sentido muy identificado, pues los panameños y nicaragüenses tenemos muchas similitudes.

¿Qué puntos de vista puede compartir de la actual literatura latinoamericana?
Es una literatura interesante, en el norte, centro y sur de la región hay diferentes corrientes, diferentes estéticas; y solamente el tiempo dirá lo que quede, lo que signifique y vaya a ser valorado, y que los estudiosos ya vayan procediendo a las instancias para valorar esta literatura, la cual es muy valiosa. Hay una poesía joven muy interesante, y la cual busca nuevas formas, pero siempre hay nuevas búsquedas. Es una literatura muy interesante la que se está fraguando en América Latina y El Caribe.

¿Hay algunos autores que le interesen por sus particularidades?
Sí, puedo hablar de la poesía de Ernesto Carrión de Ecuador, la poesía del chileno Héctor Hernández Montecinos, Luis Manuel Pérez Boitel de Cuba, entre muchos otros.

En Nicaragua ¿qué poetas y tendencias literarias le han llamado la atención?

Me he preocupado por conocer a fondo la literatura nicaragüense, y puedo hablar de Rubén Darío, Alfonso Cortés, Salomón de la Selva; la Vanguardia nicaragüense con José Coronel Urtecho, Joaquín Pasos, Pablo Antonio Cuadra y Carlos Martínez Rivas.

¿Qué criterio tiene en relación al reciente Premio Nobel otorgado al chino Mo Yan?
Creo que del Premio Nobel podemos estar tan cercanos pero a la vez tan distantes, parece mentira que a veces ciertos autores no nos llegan a nosotros (los latinoamericanos) y creo que el Premio Nobel viene a acercar a esos autores de latitudes tan extensas a nosotros, y hacerlos nuestros y asimilar nuestras culturas; en mi caso, yo no conocía a Mo Yan, pero me llamó mucho la atención cuando reveló que su trabajo literario tiene influencias de Gabriel García Márquez, entonces quiere decir que algo de América Latina está también en Asia. 

fuente: www.elpueblopresidente.com

13 nov 2012



Pre ESTRENO >> Fondo de Animal Editores <<
Feria del Libro Quito 2012


Fondo de Animal Editores

presenta:

PRE ESTRENO

Dentro de la FERIA DEL LIBRO de Quito, Fondo de Animal Editores, presentará los primeros cinco libros de su sello editorial:

La Edad Anaranjada, Marosa di Giorgio
Espina+Flores, Eduardo Espina, Rodrigo Flores Sánchez
Santiváñez+Hernández, Róger Santiváñez, Héctor Hernández
Arteca+Yrigoyen, Mario Arteca, José Carlos Yrigoyen
Los Duelos de una Cabeza sin Mundo, Ernesto Carrión

*Lugar: Centro de Exposiciones Quito. Auditorio Nela Martínez
*Hora: 17h00
*Fecha:  Sábado 17 de Noviembre de 2012
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20 oct 2012






Con el libro El mismo mar de todas Las Habanas, el escritor guayaquileño Marcelo Báez Meza obtuvo el Premio Aurelio Espinosa Pólit 2012, que esta vez se convocó en Poesía. La decisión fue tomada de manera unánime por un jurado conformado por los poetas Cristóbal Zapata, Vicente Robalino y Fernando Balseca.

Cristóbal Zapata apunta que El mismo mar de todas Las Habanas “es un poemario muy redondo, con un ritmo sostenido, que recupera la dimensión transparente de la poesía, la comprensión del poema como una máquina de concisión y precisión”.

El jurado además destacó los títulos Jardín de dagas, de Aleyda Quevedo, e Itinerarios, de Javier Cevallos Perugachi. A la convocatoria llegaron 121 manuscritos y el jurado consensuó, en diálogos virtuales, una selección de ocho libros, sobre los cuales se dio la deliberación final. *


*Fuente: Diario El Comercio 
(http://www.elcomercio.com/cultura/Premio-Aurelio-Espinosa-Polit-guayaquileno-Marcelo-Baez-2012_0_794920629.html.)

10 oct 2012


Por Enrique Winter

      Las palabras son palacios vacíos a ser despertados por un trueno. Ida Vitale (Montevideo, 1923) confía en su llegada, aunque desconozca qué cuchillo, qué poeta será el que lo reciba. Vislumbro el trueno reflejado en la hoja -del cuchillo-, luego la fisura que éste abrirá para que la inundación los despierte. Para Vitale, como para su contemporánea Denise Levertov (Ilford, 1923 – Seattle, 1997), la imaginación no surge del ambiente, sino que tiene el poder de crearlo. Su manifestación primera es la del sueño -ese trueno al que todos tienen acceso- y la segunda, la posibilidad de generar desde él las posibilidades expresivas, la poesía propiamente. Gonzalo Rojas (Lebu, 1916 – Santiago, 2011) decía que tiraba un cuchillo a la mesa. Sólo si éste se clavaba, él comenzaba a escribir. Sino, mejor acomodarse para mirar la inundación de otros cuchillos. Pues de que el trueno viene, viene y con el relámpago, en su caso. Son miembros de la última vanguardia que explicitó su firme creencia en la inspiración, tan cuestionada por los poetas posteriores al estructuralismo francés. 

       Así comienza Vitale Sueños de la constancia, que al establecer el lugar de las palabras, siembra también la duda de quien con ellas trabaja: “¿Cómo ser su agua madre/ todavía una llaga/ en que se detuviera/ pasar de yermo/ a escalio/ con su abono celeste?”. Cuestionamiento propio de místicas como Juana Inés de la Cruz, que buscan la trascendencia en una otredad que no es humana y que, en los versos finales del primer poema, pareciera llamarnos por vía de Vitale a “Temer su turbulencia/ como el bote arriesgado/ quien no nada.” Y cómo no si el solo uso del filo fractura el tiempo. Y tratándose de éste, la autora nos presenta un segundo dilema, ahora ya no de la génesis del poema, sino de su contenido: si se busca su “limosna verbal” en el recuerdo o si se aspira “al dios de los principios/ de las solares astucias”. Si hemos de conformarnos con describir el polvo que fuimos o aquel que no somos sino en relación al trueno. Por supuesto que no es la respuesta lo buscado, sino la tensión la expuesta. El cuchillo o “la aleta del escualo” corta en el centro el paño tirante por aquellos extremos. “De la memoria sólo sube/ un vago polvo y un perfume/ ¿Acaso sea la poesía?” pregunta. Un aire responde, como el de Rojas al definir la palabra, como el alma que se va con la muerte. 

       Vitale lo construye desde la suma de intentos para llegar a la “gruta fuera del mundo”, “al agua de la vida”, versos que sucede, respectivamente, con una desesperanza lúcida: “Cree avanzar/ el que rema en su fondo” y una honesta declaración de objetivos: “alumbrar una membrana mínima/ una hoja pequeña”. Ésa es la medida a la que puede aspirar el humano que crea. Parece poco, pero son “milagros/ y admito que toda la vida/ es su deuda” cierra el tercer acápite, “Trama de la persuasión”. En éste, el más vivencial del conjunto, la experiencia a la que recurre no se escinde del desasosiego del conjunto. Acá chocan lo sentido y la realidad, siempre aparentes, evaluados desde un presente continuo y nebuloso. Respecto a la deuda de la vida, no ve apuro en pagarla. Para el acápite final interpelará: “Guardaste la esperanza -tu empleo del tiempo-/ como se guarda el cuerpo en un cuarto/ los años que te quedan.” 

       En Sueños de la constancia, lo tangible y temporal -escorpiones, mariposas, perros, colores- es descrito simbólicamente. Son pasajes para viajar a lo intangible, que además parece esconderse. Esta conciencia de desaparecimiento de la realidad genera una nostalgia inmediata por un lugar perdido, “donde/ sin duda volveríamos/ a merecer un cielo”. Un lar que no es dicho, pero que una vez tratado queda en tanto signo. Y sólo entonces comienza a ser soportable. Luego puede la autora mirar “curiosa, fríamente su cadáver” y traérnoslo. El lugar en el que nos lo entrega tampoco es firme. Insinúa que en él residen la soledad del emisor y del receptor, la cual puede salvarse a través de lo ajeno -el perro que alegremente ladra- más que de lo propio, que nos remite a la misma soledad: “padre mío/ te como;/ esposo mío, tú azogas/ el espejo en que espero.” En “Jaula de dolores” insiste: “Dos se reflejan al espejo./ Quién recuerda/ si a solas.”. Ante la inevitable mirada hacia sí mismos de los sujetos, son los objetos inanimados los que abren las posibilidades estéticas del mundo. Confiesa así que “Hacer bello lo otro/ es gloria de la nieve.” 

       Simbolismo aparte el del ciprés, perenne árbol de la muerte, que Vitale cita para celebrar la diferencia en el jardín construido por un dios o la palabra, en que el rosal de la belleza está más alto, pero no cobija tanto como el recuerdo del conjunto o las nociones de la muerte misma. Una postura ética por la inclusión. Cipreses también para que los pájaros “gota a gota” se apoyen en sus ramas. Y luego es el canto de éstos el que acompaña el “quién sabe adónde vamos”, posterior al “taller de la vida”. Sueños de la constancia desvela su narración interna a través de estas pistas mortuorias, y su segundo acápite “Términos” nos deja en la imposibilidad del retorno. A un Montevideo ya adelantado como el lar, donde “Siempre hubo quien/ y siempre faltó cuando”. 

       Los poemas son orgánicos y se sostienen rítmicamente en una base heptasilábica, que hace dialogar entre sus parientes pentasílabos y endecasílabos, a modo de acordes. El verso corto pide silencio (“¿Se jactará siempre la palabra de decir cosas/ que el silencio, simplemente, entiende?”) y lenta deglución por su carácter abstracto, propio de una poesía de ideas y aire. Transparente. Lo desplaza en el horizonte de la hoja. Respira hondo, pareciera pedirnos, como madre que nos lleva a la montaña. Un vértigo de vacío, opuesto al “vértigo de ajenas/ corporaciones emplumadas/ para fiestas o iras de la selva.” Su base métrica, sin embargo, cede al principio del verso libre, bajo el cual la intensidad del sentido debe completarse junto con la línea. En un número considerable de casos, Vitale simplemente renuncia a la sílaba que le falta y opta por la respiración entrecortada. Lo que la convierte en entrecortada es justamente el biorritmo de la relación entre las demás respiraciones tradicionales que ofrece en cada poema. Presenta, además, ocasionales rimas asonantes dentro de los versos, o al final de ellos, como en “Canción”. 

       La autora problematiza también la comunicabilidad del poema, al optar por la concatenación imaginista en “Composición con símbolos” y la sonora en “Étimo: última Tule”, ambas presentes en los hipérbaton de “Al blanco la saeta”. En ellos la obra entra directamente desde los sentidos, desprendiendo a la razón al menos de una primera lectura. Porque en la segunda aparece el destino, inevitable, “desbandada historia/ que mira su futuro/ y no lo aprende” concluye en “Alacena del tizne” o en la escalera cuya constante subida infantil la lleva “hacia cada vez menos luz,/ hacia pozo más hondo” en “Historia”. 

       Trece citas comienzan los trece poemas de “Acto de conciliación”, que Vitale continúa como propias. En conciliación primero con la poesía, luego con la fugacidad, “trueca el duelo en canto”. “Todo es ejercicio de belleza”, pero este canto no debe llamar a equívocos, y las fuerzas sobrehumanas siguen tan presentes en marcar las humanas, como al comienzo. Así, en “Días de Sísifo” la piedra que ha de cargarse cuesta arriba es la misma existencia, consistente en “ir anocheciendo todo el día”. Frente a la tragedia, los sueños de la constancia: “Mar que nunca es un fin/ sino un medio perpetuo/ donde blancas barcas se hamacan”. La aliteración y su placer. Lo que nos queda es la palabra. 




Enrique Winter (Santiago de Chile, 1982) es poeta, abogado y magíster© en escritura creativa por la Universidad de Nueva York. Autor de Guía de despacho (premio Concurso Nacional de Poesía y Cuento Joven. 2010), Rascacielos (beca Consejo Nacional del Libro. México, 2008; Buenos Aires, 2011) y Atar las naves (premio Festival de Todas las Artes Víctor Jara. 2003; Valparaíso, 2009). Es, además, coautor de la antología Decepciones de Philip Larkin y del álbum Agua en polvo (premio Fondo para el Fomento de la Música Nacional, 2012).

6 oct 2012






Antonio Cisneros, uno de los poetas más importantes de hispanoamérica, falleció en la madrugada de hoy a los 69 años de edad.
La Revista Casa de las Iguanas acoge con dolor ésta enorme e irreparable pérdida para su familia y para toda la poesía del mundo.



Tercer movimiento (Affettuosso)

Para hacer el amor
debe evitarse un sol muy fuerte sobre los ojos de la muchacha,
tampoco es buena la sombra si el lomo del amante se achicharra
para hacer el amor.
Los pastos húmedos son mejores que los pastos amarillos
pero la arena gruesa es mejor todavía.
Ni junto a las colinas porque el suelo es rocoso ni cerca de las aguas.
Poco reino es la cama para este buen amor.
Limpios los cuerpos han de ser como una gran pradera:
que ningún valle o monte quede oculto y los amantes
podrán holgarse en todos sus caminos.
La oscuridad no guarda el buen amor.
El cielo debe ser azul y amable, limpio y redondo como un techo
y entonces
la muchacha no verá el dedo de Dios.
Los cuerpos discretos pero nunca en reposo,
los pulmones abiertos,
las frases cortas.
Es difícil hacer el amor pero se aprende.

15 ago 2012

Por Manuel de J. Jiménez 

La función política de la poesía o, por lo menos, los alcances que ésta tiene para intervenir en los asuntos públicos, se remonta hasta el “trauma filosófico” sobre la expulsión de los poetas en la República platónica. El primer motivo para marginalizarlos de los asuntos de la polis fue la obscuridad en el discurso: la retórica confusa, tergiversadora de la virtud, manipuladora de la verdad prístina. A partir de allí, durante todo el transcurso del medioevo y la modernidad, la acción poética ha tenido que colarse oblicuamente en la toma de decisiones fundamentales: la tarea de los poetas se circunscribe, para una mayoría letrada, al terreno de la estética y/o la ficción; no al de las políticas de Estado. Por supuesto que las excepciones a esta idea han prosperado, basta recordar las elegías y las reformas en la Atenas de Solón; la Constitución para el Estado Libre de Fiume, redactada en 1920 por Gabriele D´Annunzio; o el primer presidente de Senegal, el poeta Léopold Sédar Senghor, y su canto en favor de la negritud. Sin embargo, el poeta prefiere, casi en todos los casos, no ser una figura protagónica de las estructuras molares, sin renunciar al ejercicio de mecanismos políticos tales como la objeción de conciencia o la desobediencia civil. El poeta, por su genio y creatividad, traza su plan de subjetividad con base a sus propios aparatos de guerra e intensidades. 

A lo largo de la Historia, estos aparatos de guerra han variado considerablemente en tiempo/lugar, en tradición/ruptura, en estética/ética, etc. Los poetas genuinos, inclusive los que han guardado celosamente su ideario político en los sótanos de su escritura, desarrollan proyecciones críticas sobre la conciencia del lector: cuestionan convencionalismos, combaten agenciamientos. De este modo, la función política, que invariablemente ejecuta un escritor, es aquella en donde los discursos literarios y extraliterarios adquieren una valoración específica por parte del lector, incidiendo en su particular apreciación sobre los fenómenos sociales, mas no necesariamente en su praxis política. No hay que confundir la función política de un poema, que siempre existe, con la literatura comprometida. Esta última se encuentra ligada y, en el peor de los casos, subordinada a una ideología de Estado. La actividad poética, por ende, posee una dimensión micropolítica pues elude de forma singular agenciamientos económicos, arborescencias jerárquicas y subjetivaciones dominantes. Un poeta es siempre una línea en evasión que se desterritorializa y reterritorializa en su propio trabajo, por ese sólo desplazamiento micropolítico, es ya una imagen que ejerce poder en sí: un aparato de guerra literario que se opone al aparato de captura institucional. 

La poesía reciente en México esboza modalidades micropolíticas, enlazando estrategias de salvaguarda que son concordantes con la atmósfera actual del país, enrarecida por múltiples factores: desde la cosificación mercantil hasta la violencia, desde la psicología capitalista del deseo hasta el Estado de excepción de facto. Más allá de los reflectores mediáticos para la Caravana por la Paz que emprendió Javier Sicilia el año pasado o la querella que se sucintó entre poetas consagrados por las cifras mortuorias durante el sexenio calderonista, son los nuevos poetas quienes han puesto en práctica maniobras ex profeso para la realidad nacional, participando del uso de herramientas disímiles y, paradójicamente, concurrentes al medio poético. Hay revitalización, hibridación y radicalización no sólo en la expresión poética sino en los soportes donde esa poesía es depositada. Hondar en las acciones colectivas de los poetas ocasionaría la pérdida de ciertos rasgos individuales y robustece los juicios genéricos, por lo que basta con centrar la mirada en el trabajo de tres de ellos: Guillermo “Rojo” Cordova (D.F., 1986), Jhonnatan Curiel (Tijuana, 1986) y Yaxkin Melchy (D.F., 1985). Cada uno, representa modalidades poéticas que si bien conviven en una malla comunicante, se distinguen en la forma política-poética. 

Desde los mitotes y tianguis de la Ciudad de México, Guillermo “Rojo” Cordova (D.F., 1986) reactiva los aspectos orales en la poesía para dar paso a un material verbal más tangible, que intenta despegarse de los caracteres escritos y de los aparatos textuales, tales como el libro y el recital. De este modo, el poema retorna, como potestad soberana, a los dominios de la comunidad; en lo que casi es un sueño rousseauniano. No solamente se busca la vuelta a los albores de la poesía, donde el verbo “leer” gozaba de un amplio sentido: se leía cuando se escuchaba al juglar participando dentro de los embrollos a través de la combinación grata entre discurso e improvisación. Las variaciones fonéticas o semánticas redondeaban un poema más palpable para el oyente/lector, donde la verticalidad jugaba un aspecto ineludible. Sin embargo, de acuerdo con el propio “Rojo” Cordova, su expresión es la de un “juglar posmo, palabrero, eslamero, espoken wordero”, cuyo punto de definición es fortuito, mas no sus herramientas: las letras y sus posibilidades escénico-sonoras. La importancia del poema ya no pertenece a los confines de la página, donde la dimensión plana determina, por medio del espaciamiento textual y gráfico, los alcances de la composición. El “juglar posmo” sólo cuenta con su voz, es decir, el aparato fonador en sus múltiples modulaciones, tonos y volúmenes. La relación del trabajo poético de “Rojo” se verifica exclusivamente entre el público y él: bajo los lazos emotivos. 


El slam poetry tiene sus antecedentes en Chicago, a mediados de los años ochentas, con Marc Smith, conocido como papi slam, quien se inspira en la batalla pugilística y en la idea de un “torneo de voces” para crear esta categoría. Las reglas del Rojo eslam, que es una réplica del tradicional, son sencillas: cada participante cuenta con 3 minutos máximo para ejecutar un poema de creación propia ante una audiencia y un jurado elegido al azar entre la misma. El texto puede ser leído, dicho de memoria o improvisado por el participante, quien no puede hacer uso de instrumentos musicales, disfraces o cualquier objeto ajeno a su cuerpo. La voz y la interacción con el público son las únicas vías de satisfacción para el poeta, quien únicamente trasciende a través del veredicto del jurado popular. Cabe hacer hincapié, en el afán democratizador de esta estructura, donde la audiencia establece un voto de calidad bajo su modalidad de muchedumbre, que aunque tiene sus canales de representación (jurados), compromete de manera fáctica la continuidad de los participantes, decretando los atributos de ganadores versus perdedores. Si bien es cierto que el slam poetry desterritorializa las arborescencias de la poesía mainstream en muchos aspectos, también es cierto que reproduce en su interior dispositivos molares como la idea de jurado, ganador y competencia. 

Guillermo “Rojo” Cordova participa de esta dinámica y realiza un trabajo constante desde la expresión Slam. El objetivo es sacar los poemas de las bibliotecas, de los institutos de investigaciones estéticas, de las camarillas truculentas que sólo se leen entre sí. La poesía, en un afán garantista, es un bien público que pertenece a cualquier persona sin importar su condición cultural. En este punto habría que preguntarse sobre las consecuencias que exige democratizar el hecho poético y sobre el rumbo que tomará el slam poetry después de ganarse un público especializado, medios de legitimación, patrones de valoración y un nicho en el medio institucional. Empero, el trabajo de “Rojo” no solamente contiene prácticas micropolíticas con relación al reacomodo de la audiencia en la simbiosis artística, sino también existe un fuerte flujo de subjetivación en el contenido de sus poemas. Haciendo uso de neologismos, paronomasias, calambures, epítetos, “Rojo” forma una jerga poética que luce cabalmente con las interpretaciones que sólo él puede hacer de sus poemas, porque éstos pasan a ser un acto personalísimo del autor, al margen de cualquier lectura parcial hecha por un tercero. En el 2010, “Rojo” Córdova realiza el performance en Casa del Lago, durante el ciclo Poesía en Voz Alta, donde con el pretexto de encarnar a Jesús Malverde, ángel de los pobres, crea una atmósfera para el cruce de plegarias y leyendas en torno al santo patrono. La apología al narcotráfico no es incauta; se revierte debido a las voces de los desposeídos que buscan una forma auto-tutelar y personal de justicia. Porque, como dice en su poema DosMilMex: “la verdadera revolución en tiempos de guerra/ Es la revolución interna: /Sí, las acciones pequeñas /Pero bien concretas”: micropolíticas. 

Por su parte, Jhonnatan Curiel (Tijuana, 1986) entabla los trazos de una urbe violentada por ciclos coercibles. La poesía cumple, para él, una dinámica de resistencia ante los dominios fácticos que se dispersan en torno al sujeto, expuesto a varios mecanismos de agenciamiento, a medidas segmentadas, panópticas, biopolíticas. Curiel, encontrándose sumergido en estos códigos adversos, reelabora el discurso de la vieja poesía coloquialista a través de líneas de fuga que van desde el performance hasta la intervención de espacios públicos. No se trata solamente de usar la poesía como un arma contra los males sociales desde una trinchera, hay que desplegar su contenido para tocar el espacio del otro: el contagio en las mentalidades. Tijuana, en su carácter de metrópoli fronteriza, es un portal complexo donde los módulos de control se maximizan regulando a los ciudadanos que participan de las secuencias entrada/salida en un territorio, verificando además de las cuestiones jurisdiccionales, el embalaje que implica vivir en una línea limítrofe: identidad, cultura y subjetividad singularizada. Jhonnatan aprovecha esa condición para generar textos en perpetua disidencia poética y política. La acción se da fraternalmente y en bloque. Curiel pertenece al Colectivo Intransigente, que tiene como fin “intervenir la realidad y modificar la psique colectiva” a través de los andamiajes de la expresión poética. 


La poesía elaborada por Jhonnatan busca la multiplicación, el vitalismo. No en balde, la mayoría de las veces, sus poemas están acompañados de una acción adjunta. Aquí, como en el caso de “Rojo”, el poema no puede sobrevivir sólo con el texto impreso, ya que necesita conductos de escape para comprobar la recepción con el interlocutor. La función emotiva y, en mayor medida, la función metalingüística se ensancha con la multiplicidad de soportes. El fin del fenómeno poético es inquietar las mentalidades, ya no basándose en un plan programático como ocurriría con la poesía comprometida de corte ideológico, sino perturbando las zonas de confort del individuo; se busca la confrontación del sujeto consigo mismo y los aspectos que ha producido en su realidad. Por eso, en el poema que empieza con las palabras La cabeza es un epílogo…, ésta, ya cercenada, se transfigura en arenas para después ser semillas. En la última costa, ese grano libre del cuerpo sobrecodificado abre de nuevo los ojos: mira de revés las cosas. 

Jhonnatan Curiel, desde su libro Crónica de unos zapatos, retrata el desasosiego que produce la enajenación burocratizada, reglamentada por los intervalos de objeto-obligación. El personaje, invariablemente adscrito a la noción de deber, se extingue en el acontecer de un horario. Pasa de la casa a la oficina sin modificar su percepción del mundo. En Kayrós, la voz experimenta la revelación de encontrarse en “el momento justo”, el personaje discurre por las sensaciones, las intensidades y los devenires fisiológicos. El sujeto, superando la cosificación primaria, encuentra la epifanía; tiene que sustraerse de las coordenadas que lo situan bajo los territorios de persona, trabajador, hombre, ciudadano, etc. La voz lírica “deja venir” todos los elementos abigarrados que componen el universos de sensaciones. El libro es una exploración multidireccional de las catacumbas sensoriales, de las eventualidades cognitivas. En Flores cerebrales, la voz lírica afronta la situación crítica sin titubeos, asimilando una ética en torno a los acontecimientos de violencia extrema. Si en Crónicas de unos zapatos, el personaje es pasivo y permanece en el centro de la agresión, en este libro, alza la voz para tomar partido en los acontecimientos. No duda en ser inquisitivo respecto a los agenciamientos que desvirtúan su vida. En resumen, la piel de este sujeto es rizomática: “Cada poro se abrirá a la telúrica vibración de su orgasmo/ hasta desvanecerse en un instante/ y resurgir al siguiente”. 

La actividad performática, como ya se mencionó anteriormente, es una extensión vital en la poesía de Jhonnatan Curiel. En enero de 2012, realiza el performance “Guárdame una caricia”, donde el poeta aparece encapuchado como brujo o santero para realizar un rito de transición. Curiel, en este acto, acompañado de veladoras y al ritmo del “son de la sangre”, consagra lo sanguinolento bajo renovados signos. La misma deconstrucción aparece en “Tripas realidad y medios”, donde se arrastra una "cola de información" con periódicos, libros, imágenes pornográficas, etc. En la punta de este lazo mediático, el poeta amarra tripas. Al final, después de caminar por la calle, la serpiente informativa arde como basura. Otra línea de fuga en Curiel es el llamado “ojopoema”, que es un experimento poético que hace hablar a la ciudad a través de anuncios publicitarios, propaganda, letreros comerciales y grafiti, en palabras de Jhonnatan: es “una replica creativa a la saturación visual en nuestra época”. El poeta, en total devenir caminante, registra en automático toda la información que ve en una trayectoria previamente trazada dentro de un cuadrante de Google maps. El viaje se da exclusivamente en la virtualidad. 

Quien también reagrupa los elementos de la virtualidad a su favor es Yaxkin Melchy (D.F., 1985), realizando una poética que se nutre de los enlaces cibernéticos. En su último libro, Los planetas (Nuevo Mundo III), ante la pregunta ¿qué posibilidades ofrece el ciberespacio a la poesía?, él contesta que a futuro el ciberespacio será una parte fundamental de nuestros cerebros biológicos, un inexplorado territorio-satélite, que vislumbra en muchos aspectos el porvenir del horizonte poético. La tarea del hombre no se limita sólo a figurar en ese campo fértil, creándose una identidad virtual, sino a experimentar una vida distinta: fabricar otros lenguajes. Esto es posible con las directrices que ya comienzan a esbozar un modus vivendi en las redes sociales, los blogs, el skype, etc. Melchy opone el viejo código de la humanidad, el código de la acumulación, donde el deseo mercantilista lleva al hombre a la “guerra genocida y al suicidio cotidiano”, por un “lenguaje mágico del día a día”, que sea capaz de devolver los rostros perdidos por los reiterados agenciamientos. El poeta formula un ejercicio de rostricidad que sea singular e inalienable, una micropolítica de la intimidad: rasgos indelebles dentro de una multiplicidad de “facciones”, tanto en la cara como en la guerra. Quizás por esta estratagema poético-política fue él quien orquestó un flanco fraterno, editorial y beligerante en el portal de la Red de los Poetas Salvajes (2008-2010). 


Yaxkin, más allá de los contornos en su literatura, genera un universo que no sólo es paralelo al de la experiencia diaria, como puede ser el caso de las grandes poéticas del siglo XX, sino que hace competir abiertamente los beneficios de trasladarse de una realidad a otra. En un entrenamiento cosmológico, el individuo pasa de universo en universo sin trasgredir las claves de la Teoría de las Cuerdas. El acierto político está en construir espacios habitables, permeables y compatibles, para después escaparse en un perdurable nomadismo. Ante el temor de trazar una línea de subjetivación excesiva que lo lleve a la muerte o a la locura, el poeta despega en el momento crucial y no perece por sus deleites imaginarios. A diferencia de otros autores, hay un esfuerzo lingüístico para no señalar más los objetos de este mundo; representar especulaciones. Yaxkin Melchy trabaja la mayoría de las veces con símbolos, de allí la difícil determinación de referentes en su obra: el Rey Murciélago, la Computadora Central, Emilio, entre otros, en El Sol Verde (Nuevo Mundo II), son hologramas que, en el momento de ser interpretados, se desvanecen bajo cualquier personalidad literaria. Desde su primer libro El Nuevo Mundo, el poeta sepulta los cuerpos gangrenados del planeta Tierra a través de un maremoto que explota con letras. La renuncia se verifica con el yermo que ocasiona su inicial registro, que es igual a cero. A partir de allí, diseña la construcción de un Nuevo Mundo que no intenta sólo ser literatura, sino todo lo demás: ética, teoría o tratado. La poeticidad de los códigos binarios y la intertextualidad con la computadora son las primeras herramientas para lograr esa empresa que es una ciencia futura. 

La poesía novelada de Yaxkin Melchy, del mismo modo que los otros dos autores en cuestión, es imposible de contener bajo la extensión del libro tradicional; más aún si el proyecto es de suma revelación como el Nuevo Mundo, que se vale de registros metamórficos como el cósmico, mesiánico, robótico, alienígena, etc. Por esta razón, se abren los conductos poéticos en ambas direcciones. Hay un movimiento de carácter endotérmico, donde Melchy mantiene en temperatura acondicionada el texto en sus libros: el corazón de su escritura. Desde su aparición en la escena mexicana, no dudó en incorporar al Nuevo Mundo aparatos de otras materias y sus respectivos indicadores: tablas, circuitos, gráficas, fórmulas químicas, cuestionarios y planos. De este modo, la poesía escrita, que es sólo una parte de su trabajo, se desterritorializa para anclarse en los linderos de otras disciplinas sin perderse en un experimentalismo abyecto. Asimismo, está el movimiento exotérmico, que se da con su actividad escénica. Al contrario de “Rojo” Cordova, que utiliza el recurso de la prosodia, Yaxkin emplea la parafernalia para dar vida a la voz de sus personajes, haciendo uso de pinturas y pseudo-disfraces que sólo dejan entrever atributos de quien habla. En 2009, durante PVA de Casa del Lago, Yaxkin Melchy a partir de Emilio, la danza y la escritura, interviene con un código binario. El niño-robot desaparece los pixeles de la bandera mexicana, quedando el hueco a la vista del auditorio. El poeta disemina un virus contra las naciones. “Puentes comerciales, nuestras manos son más fuertes Nuestra letra M más alta, nuestra P un poder más allá de los Países y las Patrias”. 

Estas tres propuestas micropolíticas forman sólo una parte del espectro de expresiones poéticas, audaces y, en muchos casos, concatenadas, que se forjan dentro del ámbito nacional. La poesía, contrario a lo que muchos piensan, no se aleja paulatinamente de la política ni los poetas dejaron de asumir una acción frontal. Todo lo contrario: con cada día, con cada palabra, se actualizan las manivelas entre la realidad y la metáfora. 


En el ex país de México, 
mayo, 2012. 


Manuel de J. Jiménez. (D.F., 1986) Estudió Derecho y Letras Hispánicas en UNAM. Tiene publicados los libros Los autos perdidos (Red de los poetas salvajes, 2009) y Trámites del muerto y el ausente (Honda Nómada ediciones, 2011), que forman parte de Iuspoética. Fue director de la revista Trifulca. Actualmente trabaja en 2.0.1.2. y es parte del Consejo Editorial de la gaceta Literal.